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Chilenos descubren en la Antártica bacterias hiper resistentes que podrían significar un riesgo mundial

Según el estudio liderado por la Universidad de Chile, estos microorganismos son autóctonos de la zona y tendrían capacidad de traspasar este "poder" a otros patógenos que afecten la seguridad sanitaria.

Chilenos descubren en la Antártica bacterias hiper resistentes que podrían significar un riesgo mundial

Un importante hallazgo puso en alerta a los científicos chilenos. El estudio desarrollado por investigadores e investigadoras de la Universidad de Chile, logró identificar la presencia de bacterias hiper resistentes en la Antártica, cuyas propiedades incluso pueden transferirse a otros patógenos.

Se trata de un trabajo desarrollado entre 2017 y 2019 en el continente blanco, donde el equipo recolectó muestras de suelo para indagar las comunidades microbianas que habitan este rincón del mundo. De esa manera, obtuvieron destacados resultados que fueron incluso publicados por la revista Science of the Total Environment, revelando no solo la enorme diversidad de microorganismos en ese lugar, sino que también muchos de ellos poseen capacidades de adaptación sorprendentes.

Es decir, hay bacterias que demostraron ser altamente resistentes al efecto de múltiples clases de antibióticos y otras sustancias tóxicas.

Lo anterior, según indicaron desde la casa de estudios, “supone un escenario de riesgo para la salud global, especialmente en el marco del cambio climático, el derretimiento de los polos y la actual crisis de los antibióticos“.

Pero no todo está perdido, ya que el descubrimiento permitiría adelantarse al surgimiento de posibles nuevos mecanismos de resistencia en enfermedades infecciosas y guiar el diseño de nuevos antibióticos contra ellas.

Al respecto, el Dr. Andrés Marcoleta, académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile que fue parte de esta investigación, advirtió que estas capacidades de resistencia podrían ser adquiridas por bacterias patógenas -aquellas que causan enfermedades-, situación que implicaría serios problemas sanitarios a nivel mundial.

Esto se explica porque las capacidades de resistencia de estos microorganismos están contenidas en “fragmentos móviles” de ADN, lo que hace más fácil su traspaso haca otras bacterias.

“Por lo tanto, parece no ser descabellada la idea de que estos genes puedan eventualmente llegar a bacterias que causen infecciones en humanos u otros animales, otorgándoles mayores capacidades de resistencia”, sostuvo Marcoleta respecto de estas bacterias que son parte de las comunidades microbianas autóctonas de esta zona.

Pseudomonas y Polaromonas: Qué son y cuál es su importancia

Dentro de las bacterias estudiadas se encuentran las Pseudomonas, las que según Marcoleta, son “conocidas por adaptarse a vivir en muchos ambientes diferentes y presentar una alta resistencia a todo tipo de condiciones extremas y sustancias tóxicas. Algunas de ellas causan infecciones en humanos y son responsables de enfermedades graves, como la fibrosis quística”.

El punto radica en que uno de los grupos predominantes en el suelo de la Antártica, corresponde a las Pseudomonas. Inclusive, varias de ellas presentan resistencia a una gran cantidad de diversos antibióticos.

Agencia UNO

Todo indicaría que estas bacterias sí pueden ser una fuente de genes de resistencia a otros microorganismos dañinos para la salud, y de esa manera traspasar este “súper poder” que complicaría la situación sanitaria.

Otro grupo de genes de resistencia especialmente relevantes son las Polaromonas, que también predominan en este ambiente, y cuentan con enzimas que tienen el potencial de inactivar antibióticos de tipo beta-lactámicos, los cuales son fundamentales para el tratamiento de distintas infecciones.

Adelantarse al problema

Tal como se mencionó anteriormente, pese a que este hallazgo pone en alerta a la comunidad científica, no todo es negativo. De hecho, el interés de esta investigación es transmitir la importancia del estudio de los microorganismos antárticos y sus potenciales impactos a nivel global.

Por lo mismo, el conocimiento de estos microorganismos permite desarrollar numerosas aplicaciones biotecnológicas para, por ejemplo, adelantarse a posibles riesgos en el ámbito sanitario a futuro.

Marcoleta señaló que “conocer detalles sobre los genes de resistencia presentes en la Antártica y otros ambientes con alta diversidad microbiana podría guiar el diseño de posibles nuevos antibióticos que vengan ‘preparados’ para superar dichos mecanismos de resistencia presentes en reservorios de ambientes naturales”.

Un trabajo que pese a las dificultades climáticas asociadas a la zona austral extrema, pudo desarrollarse mediante el análisis del ADN de las bacterias tras su extracción directa desde el suelo. Para ello, destacan la asociación con el Instituto Milenio Center for Genome Regulation (CGR) y la iniciativa 1000 Genomas Chile, lideradas por el Dr. Miguel Allende Connelly.

Cómo afecta el cambio climático

Finalmente, un factor no menor a considerar es el cambio climático, ya que los efectos del derretimiento de los hielos en la Antártica también apuntan a nivel microbiano y, posiblemente, la ocurrencia de enfermedades infecciosas.

¿Cuál es la explicación? El hecho de que se derritan los glaciares, permite la exposición microorganismos o información genética que permaneció aislada, congelada o enterrada por millones de años a un mayor contacto con humanos, animales y otros organismos.

“Ahora sabemos que en los suelos de la Península Antártica, una de las zonas polares más impactadas por el deshielo, habita una gran diversidad de bacterias, y que parte de ellas constituyen una fuente potencial de genes ancestrales que confieren resistencia a antibióticos“, indicó Marcoleta.

Por tanto, “en un escenario posible, dichos genes podrían salir de este reservorio y propiciar el surgimiento y proliferación de enfermedades infecciosas“. Algo que se sumaría a la actual crisis de resistencia a los antibióticos.

Además de esto, también está el aumento del tránsito de personas entre la Antártica y el resto del mundo. “Esto genera potenciales oportunidades de contacto entre microorganismos que colonizan o infectan humanos y aquellos que habitan naturalmente los suelos del continente blanco”, sentenció el microbiólogo.

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