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Cultura Pyme: El país la necesita

"Para muchas personas ser Pyme es sinónimo de constancia y resiliencia. Estos conceptos que, si bien son positivos, pueden representar el navegar en un entorno de dificultades. Como todo en la vida, el emprender para luego conformar empresas poseen las dos caras de la moneda. Hoy quiero expresar el lado amable de hacer este camino porque sin duda tiene muchos aspectos favorables para el desarrollo personal y de la sociedad", señala Rodrigo Bon, director ejecutivo de PROPYME.

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La humanidad ha sido la especie dominante, no por su inteligencia, sino que por su facultad de trabajar colaborativamente en gran escala y a través de las generaciones, según sostienen diversos científicos.

Humberto Maturana lo explicaba muy bien: Es la especie que se distingue por cooperar y compartir. De esas dos capacidades brota el acto de hacer negocios. Por lo tanto, el origen de las Pymes podría remontarse a la Antigüedad. Incluso, estudiosos sitúan su nacimiento antes, hace 10 mil años, cuando el ser humano se volvió sedentario. La economía, la cultura, el arte y todas las expresiones de la evolución, desde ese entonces, se basan en las actividades de las familias y de sus comunidades, es decir, en sus actos de cooperación.

Hoy quien elige el emprendimiento, ya sea por necesidades u oportunidades, va desarrollando cualidades para todo ámbito que se vinculan con el compartir y colaborar. Saca músculo en su capacidad de observar, aprender, meditar, planificar, organizar, producir, liderar, negociar, comunicar, relacionarse y celebrar. Habilidades que va transmitiendo y compartiendo con todo el equipo, sin necesidad de proponérselo. Es, por tanto, la Pyme una escuela de la vida.

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El flagelo del COVID-19 nos hizo demostrar, a cada uno, nuestra capacidad de flexibilidad y resiliencia. Para muchos es conocido que Charles Darwin dijo que “la especie que sobrevive no es la más inteligente, sino la que se adapta mejor”. A pesar del dolor, de la pérdida, tanto en términos humanos como materiales, constatamos como el mundo entero está afrontando y adaptándose a estos sucesos.

A nivel de las Pymes, observamos cómo han sobrevivido, reinventado, innovado, mejorado y reemprendido. Constituyen testimonios valiosos, historias de las cuales en su conjunto podemos extraer prácticas que nos pueden inspirar en todo momento.

Estas cualidades Pyme -como suelo decir- además se potencian en los buenos escenarios, cuando gozamos la bonanza y junto con ello se alcanzan las metas o cumplido nuestros sueños.

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Mi invitación es a continuar contagiando al resto de la sociedad y a los nuevos emprendimientos con nuestra “Cultura Pyme”, basada en el saber que el camino no es fácil, pero con el convencimiento final que las cosas sí se pueden hacer; una cultura de trabajo, creatividad, perseverancia, aprendizaje, colaboración y de hacer y ser familia. El país la necesita.


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