Golborne a 10 años del derrumbe de la mina San José: «Cuando supimos que estaban vivos fue una liberación»

En conversación con CHV Noticias, el ex ministro de Minería, y uno de los protagonistas del rescate, recordó cómo fueron esos primeros días de "fracasos", el momento en que se enteraron que los 33 mineros estaban con vida y el alivio que fue sacarlos a todos a salvo.

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Este 5 de agosto se cumplen 10 años del derrumbe en la mina San José, en Copiapó, que dejó sepultados a 33 mineros, derivando en un trabajo de rescate que captó la atención mundial.

Ese día, Laurence Golborne, el ex ministro de Minería, iba llegando a Ecuador cuando recibió información de parte del subsecretario en donde le advertía de lo ocurrido.

Ese fue el momento en que comenzaron las labores de rescate a nivel país. «Le comenté al presidente Piñera de lo que sabíamos hasta ese minuto, que era muy poco«, añade en conversación con CHV Noticias.

Así, tras volver de urgencia desde Quito el 6 de agosto el ministro ya estaba en Copiapó.

El accidente, sin embargo, no tenía las características de un derrumbe común y corriente, indica Golborne. «Fue un derrumbe completamente distinto, no sabíamos nada. Cuando llegué a la mina lo que me impactó fue el nivel de desesperanza, de angustia de la familia«.

Días de incertidumbre

Dada la complejidad del rescate, los primeros días fueron de total incertidumbre. No había formas de corroborar que los trabajadores atrapados estuvieran o no con vida, lo que sólo aumentaba el nivel de angustia.

Uno de esos primeros días, el entonces ministro estaba dando declaraciones a través de un megáfono cuando se quebró de la emoción. Minutos después uno de los familiares le llamó la atención, pidiéndole mayor entereza por ser autoridad.

Golborne asegura que ese fue uno de los momentos más importantes del rescate en términos de la relación que forjó con las familias, ya que tenía el compromiso de dar reportes cada dos horas sobre las labores que estaban haciendo los rescatistas.

Sin embargo, una serie de nuevos derrumbes forzaron a abortar las acciones de rescate por ese día. Así, recuerda que en ese momento fue una imagen en particular la que lo emocionó de sobremanera: «Empecé a decirles lo que había pasado, hubo un rescate, tuvimos que abortar, y la gente lloraba, algunos gritaban. Y en particular me acuerdo de las hijas de Franklin Lobos. Las veo que me miraban con un dolor en su rostro tremendo, les corrían lágrimas. En ese minuto me quiebro«.

Y si bien luego fue increpado, el ex ministro recuerda que fue tras este momento que la percepción de los familiares respecto de quienes estaban allí cambió. «Hasta ese minuto éramos unos señores de parcas rojas, autoridades que estábamos haciendo cualquier cosa. En ese minuto ellos sintieron que de verdad estábamos comprometidos con lo que estábamos haciendo«.

La siguientes semanas, añade, serían de mayor diálogo y confianza.

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«17 días de puros fracasos»

Golborne reconoce que no fue hasta el 22 de agosto que recién se sintió una real luz de esperanza en medio de esta tragedia.

Anterior a eso, revela, fueron «17 días de puros fracasos», con malas noticias jornada tras jornada.

«Todos los días era un sondaje que se había desviado, una cabeza de martillo que se había roto, cualquier problema que no había permitido que llegáramos al nivel que necesitábamos«, asegura.

Más de dos semanas después del derrumbe, finalmente el 22 de agosto a las 05:00, hubo noticias de que una de las maquinarias había llegado a un espacio vacío.

«Iniciamos el proceso de sacado de tubo, que demora 6 horas, no es que 700 metros de tubo lo saques de una patada. Teníamos todos una serie de protocolos de lo que íbamos a hacer, esencialmente manteniendo las expectativas acotadas, porque no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar», señala.

Así, de todos los distintos escenarios que tenían contemplados, Golborne asegura que «el único que no habíamos previsto es que encontrábamos que estaban todos bien«.

Una vez la maquinaria terminaba de salir, detectó una mancha de pintura roja en el martillo. Luego de consultar a quienes se encontraban en el lugar, le señalaron que dicha mancha no estaba ahí en un comienzo. Era una primera señal. «A mí se me salió el corazón. O sea, eso lo había pintado alguien».

Al final del martillo, una bolsa plástica amarilla daba cuenta que esto no terminaba allí. «La empiezo a sacar y era una carta de Gómez a su mujer, que estaba toda mojada. La empiezo a leer, veo que es personal y la cierro. Y entremedio alguien mira dentro del martillo, había un papel que estaba seco. Lo abre, me lo pasa y dice ‘estamos bien en el refugio los 33’. Ahí se formó una situación impresionante«, dice Golborne.

«Cuando los que estábamos cerca de este evento, vemos y sabemos que estaban todos vivos fue como una liberación, una reacción natural, espontánea. Yo abrazaba a quien se me cruzara por delante», recuerda.

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El rescate y la unión país

Luego de 36 horas de trabajo en el rescate de cada uno de los mineros, además de los rescatistas que habían bajado para prestar ayuda, la sensación fue haber cumplido la misión.

«Cuando terminamos ese proceso, fue un tremendo alivio porque no pasó nada. Cada una de las personas que bajaba y subía era un riesgo, podía ocurrir cualquier situación que no controláramos. Por tanto, cuando terminamos fue un tremendo alivio», asegura.

Ya mirándolo a la distancia del tiempo, el ex ministro señala que tiene «sentimientos de distinta naturaleza» respecto a lo que dejó este rescate «que refleja el esfuerzo de un país completo», que es lo que más dice recordar. En ese sentido, el trabajo conjunto de distintos sectores políticos, de alcaldes de las comunas aledañas y más daba cuenta de esa colaboración.

«Ese espíritu de unidad sería maravilloso pudiésemos recuperarlo. Muestra que Chile, cuando se pone con un objetivo común y todos apuntan al mismo lado, puede hacer cosas increíbles. Desafortunadamente ese espíritu se ha perdido y eso duele un poco», señala.

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