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Baños, infraestructura y alimentos: Las denuncias tras la suspensión de clases presenciales en el Liceo Darío Salas

Lilian Vicent, directora del Liceo Darío Salas, en entrevista con CHV Noticias Digital, entregó detalles respecto de la fiscalización realizada por la Seremi de Educación y que culminó con la suspensión de las clases en el recinto. Situación que, según acusan docentes y apoderados, se arrastra desde hace al menos cuatro años.

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Fue recién el pasado 2 de marzo que los alumnos y alumnas del Liceo Darío Salas, de la comuna de Santiago, regresaron a las clases presenciales. Un retorno que debía realizarse con las medidas sanitarias y de seguridad correspondientes para garantizar su bienestar al interior del establecimiento educacional, pero cuya realidad golpeó fuertemente a sus funcionarios y alumnado.

Este 22 de marzo, a 20 días de reencontrarse con sus compañeros y compañeras, los niños y niñas recibieron una dura noticia: Las clases presenciales serán suspendidas hasta nuevo aviso, debido a problemas en la infraestructura del liceo. Aguas servidas, falta de mobiliario, escasez de alimentos, entre muchas otras problemáticas, fue lo que provocó esta determinación adoptada por la Seremi de Educación Metropolitana.

De acuerdo con Lilian Vicent, directora del Liceo Darío Salas, desde la Seremi llevaron a cabo una fiscalización aleatoria donde se constató que “existen problemas de infraestructura que el sostenedor (Municipalidad de Santiago) se comprometió a arreglar para que los estudiantes pudiesen regresar nuevamente a clases”.

Tal como relató a CHV Noticias Digital, lo anterior se concretó en esta revisión de los espacios del recinto y que conllevó a la presencia de Rodrigo Rocco, director de Educación. En dicha instancia, dijo Vicent, “el sostenedor no estaba de acuerdo con el cierre del liceo por el resguardo de que los estudiantes tuvieran sus clases” presenciales.

Lo que se contradice con la situación que vivían en el establecimiento. “El auditorio está en mal estado y el gimnasio también”, desde el terremoto del 2010. “Pero esto no es solo de este año, sino que también hace bastante tiempo que están inhabilitados y eso no nos permite tener clases de Educación Física”.

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“Son condiciones que se han acrecentado porque la matrícula ha aumentado de forma exponencial. El 2019 asumí el liceo con 200 estudiantes, y ahora tenemos 1.610″, aseguró la directora. Un problema que, por ejemplo, se evidencia también en la “cantidad de baños que están aptos para los alumnos y que no dan cobertura a la matrícula actual”.

Desde la Seremi, constató Vicent, plantearon como condiciones para el retorno presencial el que “se hicieran los reparos que afectaban a estudiantes, como en el tema de los baños, patio y auditorio”. El sostenedor, por contraparte, “se hizo presente, estuvo en la lectura del acta y se comprometió a reparar toda la infraestructura que hace falta“.

Al ser consultada sobre su perspectiva personal ante estas agravantes, la directora del Liceo Darío Salas enfatizó que “a mí me preocupan los estudiantes. Como centro educacional, también los padres confían en nosotros. Son padres que trabajan y dependen del liceo no solo en la educación de los estudiantes, sino que también para el cuidado de ellos”.

Somos un establecimiento tremendamente vulnerable, tenemos una mayoría de padres que son extranjeros e indocumentados, por tanto, requieren de la asistencia y contención de nuestro liceo y nuestros funcionarios”, añadió.

“Realmente yo confío que el sostenedor va a realizar los cambios necesarios para la seguridad de ellos y finalmente puedan tener una estadía digna al interior del liceo”, estipuló Vicent. Para este propósito, esclareció, la Municipalidad de Santiago quedó de saldar todos estos problemas dentro de esta semana y la próxima. “De ahí se va a reunir con la Seremi de Educación y finalmente va a apelar por el tema de la suspensión de clases”, sentenció.

“Es un problema de voluntades políticas”

“Esta situación la veíamos venir. No tengo idea porqué llegó la gente de la Seremi de Educación, y cuando les pregunté, dijeron que ellos lo hacen (fiscalizaciones) al azar. Aquí se encontraron con una situación que nosotros veníamos denunciando hace tiempo“.

De esa manera, la profesora María de los Ángeles Pinto, representante de los docentes del liceo, constató en CHV Noticias Digital cómo fue el comienzo del procedimiento que terminó por suspender las clases presenciales en el recinto. Detalla que es profesora de Religión, desde tercero básico a cuarto medio, y que está a cargo de los desayunos y almuerzos del establecimiento. Un tema en el que ahondaremos más adelante.

Un día, contó, “me tocó hacer clase en un tercer piso, donde no hay ventanas. Antes de entrar a la sala, un niño empujó a otro, y este pequeño, por un pelo, no se vino abajo. No tenemos ni vidrio ni protección. Le hice saber esto al inspector y él me mostró cómo, desde diciembre, la directora dejó dicho todos los inconvenientes que teníamos en la infraestructura. Yo vi el oficio”.

Acusa que se trata de un “problema de voluntades políticas. Ahora la Irací (Hassler) le echa la culpa al (Felipe) Alessandri. Alessandri le echa la culpa a (Carolina) Tohá. Así se lo han llevado gobierno tras gobierno y aquí los estudiantes nunca han sido prioridad“.

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Continuando con la fiscalización, la docente aseguró que pudo escuchar el momento en que Rodrigo Rocco, director de Educación, decía “ah, pero no por esto van a cerrar el colegio”, a medida que la directora le iba mostrando los problemas en el liceo. Esto incluye, tal como señaló, la evidencia de que solo hay ocho baños habilitados para los casi dos mil estudiantes que acudían presencialmente al recinto.

Baños que, tal como se evidenció la presente jornada, tenían problemas con aguas servidas. “Nunca fueron a arreglar las cañerías. Los niños chapoteaban en esas aguas servidas. La directora avisó y también tenemos pruebas, y la Dirección de Educación (DEP) dice que no es para tanto. ¿No es para tanto que los niños se nos mueran y se nos enfermen?“.

“De pronto esto tiende a parecer como que nosotros los profesores no queremos tener clases, y no imaginas cuánto eso está alejado de la realidad. Yo conozco a los colegas, todos queríamos volver a la presencialidad. Volvimos, nos costó muchísimo, y nos encontramos con estudiantes que durante estos dos últimos años habían perdido hábitos y su socialización”.

Por tanto, retroceder a las clases telemáticas, es lo que más lamentan en cuanto al bienestar de los niños y niñas. “Estábamos con ataque y los apoderados lloraban“, aseveró.

“Estoy muy desilusionada. Tenía muchas esperanzas en la alcaldesa Hassler y al final empezamos peor que antes“, concluyó, advirtiendo que “si seguimos esperando, lo más probable es que más de algún niño muerto podamos tener”.

Falta de raciones

Un tema no menor y que se arrastra incluso desde el comienzo de la pandemia, se relaciona con la entrega de alimentación a los estudiantes. En la actualidad, planteó María de los Ángeles Pinto, de los 1.610 alumnos y alumnas, solo tienen 619 raciones de comida para entregar. “¿Sabes lo que es decirle a los apoderados que solo tengo 10 (raciones) por curso y la gente llorando porque necesita comer?”, apuntó.

Un factor que, durante las cuarentenas y las clases online, se tradujo en la entrega de las canastas de alimentos. Las que, según consideró, “eran bastante indignas, con papas y zanahorias roñosas. Francamente, no entiendo qué hizo la Junaeb con las platas que se habían destinado para los almuerzos de los niños. Nunca se les incluyó carne o pescado, por ejemplo”.

Entrega de comida que tampoco abarcaba a la totalidad del alumnado. Por lo mismo, dijo, la directora debió gestionar en forma particular la entrega de estas canastas que se había conseguido con otras instituciones, y solo así “pudimos abastecer a toda la cantidad de gente”.

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Alimentación que, durante el retorno a la presencialidad, tampoco estaba asegurada para las y los estudiantes. De hecho, más allá de este problema importante, también había un conflicto con el espacio para su consumo: Muchos de ellos debían comer en sus salas debido a la poca capacidad de aforo que tienen en su casino.

Falta de mobiliario que también fue abordado por Catherine García, presidenta del Centro de Padres (CEPA), quien compartió imágenes decidoras respecto de las condiciones que niños y niñas debieron enfrentar en su regreso al Liceo Darío Salas.

Clases online: Un retroceso sin los implementos necesarios

García detalló que la suspensión de las clases presenciales fue un balde con agua fría no solo para los estudiantes, sino que también para los apoderados. Lo anterior porque para que los alumnos y alumnas se conectaran a las clases telemáticas durante los dos últimos años, desde el colegio les tuvieron que entregar los computadores necesarios. Implementos que se retornaron en marzo y que, por tanto, ahora no están en manos de quienes los requieren.

Pero la apoderada aseguró que se trata de una problemática que apunta sobre todo a la infraestructura y que data de hace más de cuatro años. “El 2019 empezaron con las clases para básica, porque antes solo se daba a media. En marzo de ese año, al ver la alta demanda de alumnos, el sostenedor de ese momento abre este colegio y empieza a dar (cupos) a básica. Tuvimos muchos problemas ese año porque no estaba la infraestructura bien, no teníamos mobiliario“.

Las necesidades se fueron acomodando de a poco, dijo García, pero “la infraestructura fue un punto que nunca mejoró. Tenemos dineros autorizados para proyectos que mejoren al infraestructura del colegio, pero en estas dos administraciones no se ha hecho”, planteó. Un conflicto que abarcaría además a otros recintos emblemáticos municipales de Santiago.

Ante esto, en la última reunión que sostuvieron con el director de Educación, “todos los CEPAs de Santiago nos juntamos para ver cómo iban a entrar a clases, un día antes. Entonces él nos aseguró que todos los colegios estaban en condiciones para retornar y nosotros le dijimos que no. Él nos dijo que no había nada que hacer porque el ministro saliente había dejado un instructivo de que los niños tenían que volver a clases sí o sí, o sino los colegios iban a ser multados”.

Sobre el estado del liceo en sí, la respuesta que García afirmó que recibieron fue que “no había gente para hacer los trabajos” de reparación.

En su denuncia, también informó que al regreso presencial -y sin respetar los protocolos sanitarios- incluso había tres niños por puesto. Muchos de ellos incluso sin sillas para poder sentarse. Un problema que además se extrapola al uso de la mascarilla, ya que hay familias que no tienen acceso a ellas debido a su situación económica, considerando que en su mayoría corresponden a migrantes en situación irregular.

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Esto es la punta del iceberg que van a encontrar en todos los colegios de la comuna”, enfatizó. “No hay un cambio en ninguna de las dos administraciones (Alessandri y Hassler). Los alcaldes están para la imagen en la prensa, que está todo bien en la comuna, y tenemos colegios con estos problemas en la infraestructura”.

Finalmente, la presidenta del Centro de Padres (CEPA) del Liceo Darío Salas, informó que durante este miércoles “nos vamos a dirigir hacia la DEP para que nos den una respuesta y nos cuenten qué va a suceder. Desde ahí queremos subir con una carta que hicimos en paralelo todos los liceos de Santiago, donde detallamos las problemáticas a nivel comunal, para saber qué solución nos dan este año”.

Una misiva que ha sido trabajada desde hace tiempo y que está firmada por todos los colegios que se han hecho parte de estos reclamos.

Al cierre de esta nota, cabe señalar que nos intentamos comunicar con el municipio de Santiago sin tener respuesta. Por parte de la Seremi de Educación, se está gestionando una entrevista correspondiente para esclarecer los detalles asociados a la fiscalización llevada a cabo durante este 22 de marzo.

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