“Esta era nuestra casa y ya no hay nada”. Así de simple y triste es la situación que afecta a Juan Carlos Zúñiga, quien junto a su familia fueron víctimas de lo que ellos acusan como una irresponsabilidad de un gasfíter.
El trabajador sindicado acudió al lugar para reparar una cañería de agua y les dio confianza, porque esta persona ya había realizado trabajos previos a sus vecinos. Sin embargo, de forma abrupta a inesperada, se inició un incendio.
La voracidad del fuego consumió la casa y el relato del dueño afirma que se cometió un error al utilizar un soplete. En efecto, lo que habría provocado el siniestro fue el desprendimiento de la manguera en el armado de este instrumento de trabajo.
Posteriormente, las llamas alcanzaron el techo, ya que el balón de gas, conectado con la manguera, impulsaba fuego por todos lados. Una imagen dantesca que fue atestiguada por los propios moradores.
La casa de dos pisos fue consumida en pocos minutos, frente a la impotencia de Juan Carlos y su familia. “Era completa de madera, todo el segundo piso. Fue incontrolable”, indicó el hombre.
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La denuncia del dueño de casa es negligencia del gasfíter, una acusación que tiene sustento en la versión de bomberos, que señaló que el fuego inició a causa del soplete.
La situación actual de quien sería el principal responsable es en calidad de testigo, sin embargo, aquello podría variar en el curso de la investigación.
En cuanto a la certificación del trabajador, Zúñiga dijo no haberle solicitado la credencial, algo que, según expertos, es un requisito excluyente a la hora de realizar este tipo de labores manipulando sopletes.
“Esas herramientas deben ser revisadas e inspeccionadas para asegurarse de que no vayan a tener algún accidente, o provocar alguna situación de emergencia al momento de hacer una instalación”, subrayó Néstor Morales, prevencioncita de riesgos UCEN.
Materia de investigación también será el soplete utilizado, el que debiera haber contado con certificación de fábrica que garantizara que estuviera en buenas condiciones. Algo que el afectado por el incendio no asegura, por el contrario, ya que comentó que parecía una herramienta casera e improvisada.
Tras el incendio, Zúñiga y su familia se vieron obligados a vivir de allegados en un accidente que los dejó con el ánimo derrumbado: “No se lo doy a nadie. Anímicamente estoy en el suelo, pero tengo que sacar fuerzas de algún lado”, reconoció un angustiado dueño de casa.
28/10/2020
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