Hace exactamente un año, imágenes de cadáveres de vacas y corderos conmovían a todo el país. Animales muriendo en los alredores de Santiago por la falta de alimento como consecuencia de la escasez de precipitaciones, un escenario muy distinto al de este invierno.
En la cordillera de la Región Metropolitana no hay una voz que se escuche, el viento es el único sonido del lugar, donde el grupo de arrieros que hace un año veía a su ganado morir de hambre, hoy intentan rescatarlos de nevazones inéditas en los últimos años.
Hugo es uno de los seis arrieros que, con el apoyo de helicópteros, han llegado hasta este sector cordillerano de la comuna de Colina. Sin temor al clima ni al paisaje estos hombres se internan a pie en la cordillera en búsqueda del ganado atrapado en la nieve, sin comida.
La única posibilidad de regresar para los animales es ser conducidos por estos arrieros. Hugo tiene 56 años y hace 20 no había tenido que volver a la montaña para estas faenas.
Hace justo un año, las parcelas de esta zona de la Región Metropolitana se habían convertido en verdaderos cementerios de animales. Entonces, la megasequía golpeaba con fuerza: el ganado moría por la ausencia de pasto y la agricultura era casi nula. Familias completas se quedaban sin sustento económico por la falta de precipitaciones.
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Paradójicamente, hoy la preocupación para estos arrieros es el inesperado volumen de nieve. Hasta la fecha se ha acumulado un metro y medio, casi el triple de lo que cayó el año pasado.
A pulso, algunos más abrigados que otros, con las sogas en las manos, con improvisados trajes de nieve, estos arrieros se preparan para un rescate de lo poco que les queda y que tanta importancia resulta para el sustento de sus familias
Son optimistas frente a lo que queda de invierno. Pero, ¿cómo se prevén las precipitaciones en esta zona? ¿Se volverán a repetir las tristes imágenes de sequía?
Los expertos temen que en lo que queda de invierno las precipitaciones decrezcan y la zona central termine el año con un déficit de lluvias de 20% a 30%.
Por eso hoy los arrieros se arriesgan en el rescate de su ganado. Primero habían intentado subir a pie, luego a caballo, pero la gran cantidad de nieve les impedía el paso. El apoyo de helicópteros privados fue la solución para que pudieran llegar a destino.
Así, estos arrieros emprenden la dura tarea de reunir a sus animales y conducirlos a zonas más seguras. Un nuevo desafío para estos hombres, ya acostumbrados a lidiar con un adversario que parece no darles tregua: el clima.
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10/07/2020
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