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Comercio ambulante y acoso en vagones: Los conflictos invisibles del día a día de los guardias de Metro

Lanzas robando en los trenes y pasajeros irresponsables bajando a las vías son otros de los puntos de conflicto que se viven diariamente en el sistema de transporte subterráneo, y para conocerlos en primera persona un equipo de CHV Noticias compartió con quienes se deben enfrentar a ellos cara a cara: os guardias.

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14:30 horas. El flujo de personas es normal al interior de la concurrida estación de metro Vicente Valdés, en la comuna de La Florida. Entre el ruido de los trenes y el murmullo de los pasajeros que usan la red, una alarma moviliza a los guardias: la presencia de comerciantes ambulantes. La situación termina con una pelea y uno de los vigilantes apuñalado.

Todo ocurrió el 10 de mayo pasado y es una muestra de los conflictos diarios que se viven en el mundo del tren subterráneo. Acá una muestra: un par de días después, otra brutal pelea se produjo entre guardias y comerciantes ambulantes, esta vez, en la estación Vicuña Mackenna.

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Lo anterior, es un problema que se ha ido agravando con el tiempo. «Las agresiones han subido en más de un 20% en el último trimestre, no sólo en cantidad, sino también en intensidad», dice Erick Campos, presidente del sindicato de trabajadores de Metro.

Justamente este jueves realizaron una protesta por este mismo tema. Un problema recurrente y que está lejos de ser el único en el tren subterráneo. Es por eso que para poder tener un vistazo de lo que viven diariamente un equipo de CHV Noticias acompañó a guardias de Metro para evidenciar cuáles son sus conflictos más comunes y el principal sistema de transportes del país.

Comercio ambulante

Son las 18:00 horas. Antonio Vega es jefe de la estación Tobalaba. De entrada, se hace cargo del problema con los vendedores ambulantes: «No está permitido, no es legal», comenta junto con subrayar que «nos entorpecen las bajadas de las escaleras. (Esto) es para el mismo cliente, para mantenerle las escalas desocupadas y evitar accidentes».

Parte de las peleas que se han viralizado, captadas por los pasajeros en los andenes, son precisamente entre estos vendedores: «Muchas veces se generan unas disputas por sus territorios«, agrega Vega.

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«Al día de hoy, en lo que va del año, llevamos 581 erradicaciones efectivas (de comercio ambulante), con un 92% de infracción cursada«, explica Francisco Garáfulic, subgerente de operaciones de Metro.

Acoso y tocaciones

Pero al conflicto con los vendedores, se suma otro, que ha requerido una atención mayor. Las tocaciones, el acoso o derechamente abuso sexual en los trenes.

Hace un mes, Metro dispuso de un número, el 1488, para llamar si alguien es víctima o testigo de alguna situación de toqueteos de este tipo. Hasta la fecha, van 13 llamados.

«Tenemos un protocolo que parte desde la contención que se la da a la personas, el apoyo. Se detiene si se identifica, se separan para que no haya problemas entre ellos, y se avisa Carabineros», dice Amanda Flores, jefa de estación Vicente Valdés. Luego, es la autoridad policial quien toma el procedimiento.

Clientes lanzas

Un procedimiento parecido ocurre con los llamados lanzas. Ladrones que se camuflan entre la multitud, protegidos por la confusión de la cantidad de pasajeros, instante que usan para meter sus manos en las mochilas o carteras de sus víctimas.

«Cuando uno los conoce o los detecta, se les invita a salir de la estación, y ellos por lo general salen. Sabemos quiénes son, pero por ley nosotros no podemos erradicar a la persona, porque es un cliente más, mientras no lo detectemos sacando la especie, haciendo el delito, no podemos hacer nada», cuenta José Poblete, guardia de la estación Baquedano.

Muchos de los delincuentes que operan en el tren subterráneo son recurrentes, y por ende, conocidos del personal de Metro. De ahí es que, cada vez que ingresan, son monitoreados por las cámaras, que en muchas instancias logran divisar el robo, procediendo a su retención y posterior entrega a Carabineros.

Pasajeros irresponsables

También se repite el procedimiento con aquellos pasajeros que desafían las medidas de seguridad de las estaciones.

Por ejemplo, no es extraño apreciar personas bajando a los rieles para caminar, con el riesgo latente de ser arrollados por un tren en movimiento o, derechamente, electrocutarse por el voltaje manejado en las vías.

Otro hecho común, es que algunos pasajeros esperan los carros sentados en el andén. Un problema que, por torpe que parezca, ocurre y del que también los trabajadores de las estaciones deben prestar atención en su quehacer diario.

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