Comunidad mapuche y ataques en el sur: «El que compra tierras robadas tiene que sufrir las consecuencias»
En los últimos 5 años se han producido cerca de 800 ataques incendiarios, la mayoría en Biobío y La Araucanía. Del total, un 23% corresponde a la quema de camiones, un 15% a incendios de maquinaria agrícola y un 36% a atentados a casas, cabañas, iglesias o colegios.
Según cifras de las policías, en los últimos 5 años se han producido cerca de 800 ataques incendiarios, concentrados en su mayoría en la regiones del Biobío y La Araucanía.
Sólo en la pequeña localidad de Quidico, en la comuna de Tirúa, van 40 casas quemadas durante el 2020 y sus víctimas viven la angustia por lo que denominan «terrorismo».
Fernando Fuentealba es de Santiago y llegó al poblado hace 15 años. Su familia materna es de la zona y el potencial turístico del sector lo convenció de mudarse a esta pequeña localidad de la Región del Biobío.
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Junto a sus emprendimientos, ostenta el cargo de presidente del Comité de Seguridad Ciudadana en este pueblo costero, donde solo este año hubo ataques incendiarios a 41 casas.
«¿Por qué no colocan fiscales con dedicación exclusiva para parar esto? Estamos en el siglo XXI, con la tecnología que hay, ¿cómo no los han atrapado a todos estos secuaces'», afirmó con angustia.
A pocas cuadras de su hotel-restaurante, a principios de agosto, ocurrió uno de los ataques más violentos. Una casa blanca de estilo mediterráneo quedó destruida. Con motosierras cortaron el cerco y luego encañonaron a sus ocupantes para sacarlos del lugar. Terminaron quemando absolutamente todo.
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Desparramados por el piso aún quedan entre las cenizas los recuerdos de la familia Arriagada Alonso, que debió partir de Quidico tras lo sucedido.
José Gabriel Arriagada contó que «estuvimos bajo fuego durante aproximadamente diez minutos. Cuando logramos salir con las manos en alto, tomamos nuestro auto y arrancamos. Ahí cuando arrancábamos nos dispararon al auto también, nos hicieron pedazos los vidrios del auto, pero logramos salvar con vida. Después de que nos vinimos, quemaron nuestra casa con todo adentro a puertas cerradas. Perdimos todo».
«No hay una sola persona detenida, ni una. Entonces alguien no está haciendo bien la pega», agregó Fuentealba sobre este mismo hecho.
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No existe ningún detenido por la quema de esta casa en Quidico ni por los otros 40 incendios en la misma localidad. La violencia en la zona ha recrudecido durante este 2020 y la muerte de Moisés Orellana, el joven de 21 años asesinado a sangre fría tras un ataque incendiario en Cañete, elevó la tensión.
Óscar Ancatripay, miembro de la Comunidad Wechun Lleu Lleu, aseguró sobre las protestas por este fallecimiento que «igual hay aprovechamiento político de parte de sectores fascistas que se aprovechan de eso, que quieren tomar ese caso de Moisés para sus propios intereses».
Esta agrupación se define como una comunidad en resistencia mientras dura el control territorial y aceptaron conversar con CHV Noticias dejando en claro en todo momento que ellos desconocen cualquier pista sobre los responsables de los ataques conocidos en la zona.
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«Los hechos de ahora que son parte de la investigación nosotros no sabemos, porque son hechos que se hacen en la clandestinidad y nosotros no sabemos quienes son ni nada de eso», señaló Ancatripay.
De los cerca de 800 ataques incendiarios en el último lustro, un 23% corresponde a la quema de camiones, un 15% a incendios de maquinaria agrícola y un 36% a atentados a casas, cabañas, iglesias o colegios.
En la comunidad Lleu Lleu aseguran desconocer quiénes están detrás de estos delitos, pero explican lo que, según ellos, es el origen de lo que hoy ocurre en la zona. «Cuando tú compras un celular robado, es un delito. Por lo tanto tú estás cometiendo el delito de receptación. Lo mismo pasa con las tierras mapuche. Estas tierras son robadas y el que compra tierras mapuche está comprando un bien robado. Tiene que sufrir las consecuencias», afirma Ancatripay.
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«En contra de esas grandes empresas estamos nosotros. Pero no con las personas que son de bajos recursos o pobres igual que nosotros. Ellos pueden vivir dentro de un territorio mapuche. Eso sí, con la condición de lo que dice el pueblo mapuche», agrega Juan Carlos Millanao
Sobre la posibilidad de que una nueva Constitución aborde este problema, Ancatripay dijo que «no va a representar ningún cambio sustancial para el pueblo mapuche y sus demandas. Sin embargo, estoy pensando en ir a votar. No lo he decidido todavía y lo estoy pensando, porque creo que puede abrirse un espacio de diálogo donde puede haber un pequeño cambio».
