Las ollas comunes con que vecinos de La Pintana luchan contra la pandemia del hambre y la cesantía

"Los pobres somos una familia que nos cuidamos entre nosotros mismos", dijo uno de los habitantes de la población El Castillo, donde su junta vecinal ha organizado la repartición de almuerzo a quienes hayan perdido su empleo y no tengan qué comer.

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“El que necesite un plato de comida, nosotros se lo vamos a dar”, dijo Paula, vecina de La Pintana y presidenta de la junta de vecinos de la población El Castillo, quien coopera con una de las ollas comunes que se generan en la comuna.

Desde que se desató la pandemia de coronavirus en el país, miles de chilenas y chilenos han debido cumplir cuarentena, arriesgándose a perder sus empleos o el sustento de vida diario. Y considerando que estamos en el tercer mes con el virus, las ayudas del gobierno parecieran ser tardías.

Con alimentos principalmente donados por feriantes, los vecinos se organizan y hacen un almuerzo y ensaladas. Asimismo, los residentes del sector regalan trozos de madera para encender el horno en el que se hace el pan.

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“Los pobres somos una familia que nos cuidamos entre nosotros mismos”, dijo Fernando, vecino de La Pintana.

Entre todos se consiguen los implementos para hacer funcionar la olla común. Quien tiene un horno, lo presta; harina, la agrega.

“Hacen pancito amasado y me vienen a dejar”, cuenta Edelmira, quien hace 33 años vive en la población El Castillo. Actualmente, recibe $130 mil de pensión y vive con su hijo, quien por problemas al momento del nacimiento vive postrado en situación de discapacidad.

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Es la cooperación, la ayuda mutua, la que motiva a Paula y tantas otras vecinas y vecinos de poblaciones como El Castillo a salir adelante en tiempos de crisis, y más aún cuando esta llega por partida doble.

Quienes llegan a retirar su plato de comida con ensaladas comentan que han perdido su trabajo. En algunos casos, todos los miembros de la familia están desempleados.

Al término de la repartición de almuerzo, Paula y las vecinas cuentan las monedas que quedaron de aporte para seguir manteniendo la olla común: $3.820 es el total recaudado. “A seguir pidiendo. Mañana queremos hacer tallarines”, dice Paula.

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