Se puede por menos de $6 millones: Las ventajas de convertir tu auto en uno eléctrico

Según una normativa chilena, los autos posteriores al año 1992 no pueden ser modificados, aún cuando la medida es la opción más económica y ecológica para migrara a la electromovilidad.

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Por Julio Sánchez
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Día soleado en Santiago. Se acerca la hora del taco y las calles de la ciudad, como venas saturadas en un lugar a punto del infarto, ofrece la escena de vehículos, uno tras otros, cruzando los semáforos, tocando las bocinas, rugiendo sus motores. Imagen repetida. Ruido en la calle, también contaminación. Así transcurre la cotidianidad en este sector cordillerano de la capital. Así también se repite en todos los rincones de la Región Metropolitana.

“Hace rato que quería cambiarme de auto, mejorar las emisiones”, parte diciendo Jaime Artaza, psicólogo de 48 años. Sobre el pavimento destaca entre todos los que llenan las arterias de la ciudad. Luce orgulloso sobre su auto del año 81. Un Dahiatsu modelo Charade G-20. Impecable estado, rojo intenso, armonioso, de un romanticismo histórico que contagia. “La experiencia conduciéndolo ha sido increíble”, dice.

Pero toda esta historia parte hace unos meses. Poseedor de un Kia Morning año 2012, tuvo la idea de transformarlo en eléctrico. ¿Se podrá? ¿Es legal?, se preguntó.

Hágalo usted mismo

“Técnicamente sí se puede”, dice Luciano Chiang, docente del departamento de Ingeniería Mecánica de la Pontificia Universidad Católica, respecto de convertir un auto de gasolina a eléctrico.

“Es relativamente fácil. Los kits los venden hechos, sólo que hay algunos de muy buena calidad y otros muy malos. O también algunos que no resisten altas velocidades o largas distancias. Pero es posible hace tiempo y sin gran dificultad”.

Con esta información, Jaime, seducido por un compromiso inusual con el medio ambiente, se informó por internet. Pero se encontró con una traba para su Kia Morning del 2012: “En Chile, existe una ley que impide hacer modificaciones al motor y otras partes fundamentales de los vehículos que no sean anteriores al año 1992”.

Una normativa rara, pensó. Técnicamente se puede el cambio, pero legalmente no. Así que vendió su vehículo y se compró un Dahiatsu del año 1981. Junto a su mecánico de confianza, buscaron por internet cómo realizar la transformación a eléctrico, y de forma autodidacta lo hizo. Su Charade G-20 hoy es eléctrico, y con toda la documentación al día.

“Una vez me detuvieron circulando con restricción vehicular, pero cuando al carabinero le mostré los papeles y en el permiso de circulación el tipo de combustible dice ‘elect’, era la primera vez que lo veía. Entonces, lo anecdótico fue que llamó a todos los carabineros para que les mostrara el auto y estuvieron como media hora mirándolo, explicándole los componentes”, cuenta Artaza.

Hoy, tras un par de horas de carga, puede llegar a circular hasta 45 kilómetros de forma autónoma por la ciudad. Y podrían haber sido 120 kilómetros de autonomía si le hubiera instalado una batería de litio más cara. Aún así, está feliz, porque contamina cero y gasta ocho veces menos.  “Si antes con bencina me gastaba $800 cada 10 kilómetros, hoy con el eléctrico me gasto $90 en la misma distancia”, agrega Jaime.

Barrera normativa

Hoy existe una restricción para hacer modificaciones sustanciales a vehículos posteriores al año 1992. Lo anterior, tiene relación con la entrada en vigencia del Decreto 55 que reguló las emisiones de los autos, además de la normativa de homologación.

Para Gonzalo Pacheco, de la empresa Movener, dedicada precisamente a realizar estas transformaciones en los vehículos de diésel a eléctricos, resulta una traba importante para masificar la circulación de autos libres de emisiones contaminantes en nuestras calles.

El medioambiente necesita este tipo de cambios. Necesitamos soluciones y hacernos cargo del problema”, dice el empresario.

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Hoy, un vehículo eléctrico en Chile oscila entre los 25 y 40 millones de pesos. Precio completamente inalcanzable para la mayoría de la población. Una transformación de combustible a eléctrico bordea los 6 millones más el vehículo, lo que es una cuarta parte de lo que cuesta uno nuevo.

La transformación se hace básicamente sacando todos los componentes que emiten contaminación. Por ejemplo, el motor, los filtros, etc. Y se monta un motor eléctrico directamente a la caja de cambio”, agrega Gonzalo Pacheco. De esta forma, el vehículo queda funcionando igual que antes, pero libre de emisiones.

El ‘no’ del gobierno

Danilo Núñez, ex subsecretario de transportes y actual director ejecutivo de Elmov -una plataforma de diseño de proyectos electrómoviles- ingresa a esta discusión: “Hay países como Australia, Estados Unidos o Europa, donde ya se pueden hacer reconversiones de vehículos de combustión interna a vehículos eléctricos, salvaguardando ciertas exigencias y normativas de seguridad”.

Chile parece estar lejos de eso. Así al menos lo recalca Juan Carlos Jobet, ministro de Energía: “No es lo recomendable. No es lo que el gobierno recomienda por razones de seguridad”.

Según Chiang, del departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad Católica, “hacer un cambio de motor no es tan simple. Le quita prestaciones y seguridad al vehículo”.

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Lo anterior, entendiendo que, al sacar un motor por otro, el vehículo cambia en peso e incluso masa. Esto puede alterar otros funcionamientos del auto, por lo que se requiere hacer pruebas para cumplir los estándares en materia de seguridad.

Pero agrega que se “debiera incentivar a empresas para que se especializaran en la conversión de un tipo de auto con un tipo de kit, cosa que eso fuera homologable. Si esto se masificara, se tiene que hacer una especie de planta de revisión técnica para eléctricos, donde se pueda llevar mi vehículo y sin mucho costo me lo pudieran homologar”, dice el experto de la UC.

Sin embargo, el ministro de energía insiste: “El camino más bien es abrir opciones para que más personas compren autos eléctricos que fueron fabricados en su origen como autos eléctricos”.

Pocos incentivos a comprar

El problema es el precio. Dicen que son muy caros e inalcanzables. Al menos hoy. En algunos países, como Noruega, hay subsidios tributarios que ayudan a rebajar el costo del auto. También tienen beneficios relacionados con estacionamientos más baratos, pago de patentes, etc., para quienes usen estos autos eléctricos.

Paola Tapia, ex ministra de Transportes, cree que ese es el camino: “Es sin duda esencial buscar herramientas de beneficio tributario”.

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En Chile circulan alrededor de 611 vehículos eléctricos libres de emisiones, muy marginal respecto de los más de 5 millones que andan en el país.

Debería haber incentivos fuertes tributarios, por un lado, en la patente, lo que es la revisión técnica. Hoy, para acelerar el recambio a la electromovilidad hay que entender que es una mejora ambiental”, agrega Danilo Núñez, de Elmov.

Para el gobierno, en todo caso, tampoco ese es el camino: “(Un beneficio tributario) no está dentro de los planes», dice el ministro Jobet, quien agrega que «nosotros creemos que el costo de las baterías que tiene una incidencia muy importante en el costo total de los vehículos eléctricos vienen bajando de manera muy rápida, y esperamos que sigan bajando».

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