Mientras buscas a tu alma gemela, este tipo se casó con un holograma
Un japonés llevó su admiración por Hastsune Miku a otro nivel, y la llevó al altar. Ella es una joven de 16 años que no existe en el mundo real, pero que da conciertos por todo Asia. Por extraño que parezca, hay casos todavía más peculiares.
Hay fenómenos que en occidente cuesta entender, pero que en Asia llevan un buen tiempo generando reacciones, como el caso de Akihiko Kondo, que a sus 35 años se casó con el amor de su vida: una mujer animada.
La «esposa» es Hatsune Miku, un software computacional del programa Vocaloid que nació apenas hace 12 años y que fue desarrollado exclusivamente para cantar.
Para darle más cercanía visual al programa, Miku fue creada como la animación para interpretar con los cánones más populares del animé: es una chica de pelo azul, piernas delgadas, ojos enormes y falda escolar.
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Todo se salió de control con el correr de los años. Hoy las trenzas azules pueden verse en conciertos masivos en los que, ante miles de espectadores, aparecen en formato holograma. Se convirtió en ídola sin un cuerpo físico.
Y no sólo se sigue expandiendo en sus capacidades para cantar en el software, sino que también ha vendido toneladas de merchandising por todo Japón.
EL AMOR
Kondo invirtió una cantidad insana de dinero en su boda con Hatsune Miku: el equivalente a más de 12 millones de pesos chilenos. Según él, se enamoró del concepto, y sabe perfectamente que su esposa no existe en el mundo real.
知人と初音ミクとの結婚式に参加しました。
「二次元のキャラクターとの結婚」とメディアで取り上げられた事をご記憶の方もいらっしゃると思います。
多様性と言う言葉が持て囃されて久しいですが、幸福や愛は人の数だけありますので、様々な形があっても良いですね。
ご結婚おめでとうございます。 pic.twitter.com/85V6bLmn3V— 大田区議会議員おぎの稔（無所属）議員系Vtuber🛫🏭 (@ogino_otaku) November 4, 2018
Parte de la magia estuvo en que, parecido a lo que ocurre en los conciertos presenciales, Miku estuvo representada en la ceremonia por un peluche y un holograma dentro de una cápsula.
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Y justamente ese holograma de 2.800 dólares es la clave de su relación. Kondo lo tiene en su casa y funciona como una especie de asistente virtual. Es capaz de despertarlo en la mañana, decirle «adiós» al ir a trabajar y avisarle cuando es hora de dormir.
Además, Kondo asegura que no está interesado en las mujeres de carne y hueso. Prefiere a las virtuales en 3D porque no engañan, no envejecen ni mueren, explicó a AFP.
ROMANCES PECULIARES
A finales de la década pasada, con el auge de la Nintendo DS, cobró fuerza en Japón un género especialmente dedicado al romance: los simuladores de citas.
En estos juegos, de poca acción y más diálogos, la idea es interactuar con personajes femeninos, construir una relación y navegar en el complejo «árbol de diálogos» que puede gatillarse con cada palabra que elijas decirles. Pueden reirse, amarte, enojarse contigo y perdonarte.
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LovePlus ha sido uno de los títulos más llamativos entre los títulos de tipo bishōjo (o de chicas hermosas), y pueden incluir narrativas como viajes al aire libre e incluso días en los que la pareja se enferma.
Fue tanto el furor -y la pasión- que en 2009 un hombre de 27 años en Tokio decidió casarse con Nene, su pareja en la consola.
Hacían todo juntos: salir a comer, conversar por la calle, subirse a juegos juntos e incluso hasta ir la piscina.
Y como ese, hoy hay cientos de otros títulos, tanto para consolas como smartphones, en los que seguramente otros miles de personas han encontrado a su alma gemela.
ALGO TANGIBLE
Entre la abrumadora variedad de mercadotecnia que existe en torno al manga y al animé hoy venden almohadas con el estampado de los personajes de algunas series, por lo general las ilustraciones de las protagonistas femeninas.
La finalidad de las dakimakuras es bastante previsible y ha tomado un giro hacia el erotismo y la pornografía hentai, pero un surcoreano dio un paso jamás visto en 2010.
Lee Jin-gyu, de 28 años, acostumbrado a la compañía de su almohada de Fate Testarossa -personaje de la serie Magical Girl Lyrical Nanoha- decidió casarse con ella.
La historia fue cubierta por un programa de la televisión coreana y mostró como ambos iban de paseo al parque de diversiones o a comer, siempre ocupando dos puestos como si se tratara de una pareja humana.
