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¿Es machista el cartel «se busca polola inteligente»? El «Sheldon Cooper de Ñuñoa» cuenta su verdad

Baltazar Gálvez es el nombre del joven de 19 años que se hizo viral tras pegar un mensaje con acertijos matemátivos para encontrar pareja. Acá, Gálvez explica sus razones a CHV Noticias, pero expertas en género advierten que "el texto lleva implícita una mirada discriminadora".

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Por Macarena Miranda
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Baltazar Gálvez es el nombre del joven de 19 años que pegó un cartel en un árbol y se viralizó en redes sociales provocando reacciones diversas, la mayoría de repudio. Aunque asegura que recibió 550 llamados telefónicos, sigue soltero. Muchos, de seguro, lo contactaron para insultarlo. Acá relata cómo surgió la idea.

Cansado de no tener suerte en el amor, decidió buscar“una polola inteligente”, pero lo hizo de una manera muy particular para unos, cuestionable para otros y muy poco inteligente para muchos: colocó carteles en diversos puntos estratégicos de la comuna de Ñuñoa con un acertijo. Las potenciales interesadas debían descubrir su número de celular resolviendo problemas matemáticos, físicos y de química.

Su idea, sin embargo, fue ampliamente criticada, logrando lo contrario a lo que supuestamente quería: el rechazo general de las mujeres. El letrero fue considerado ofensivo y provocó el repudio generalizado entre los usuarios y usuarias de las redes sociales.

Baltazar Gálvez se presenta con el alias “el Sheldon Cooper de Ñuñoa», en alusión al personaje de la serie The Big Bang Theory, apodo que asegura se ganó por su peculiar personalidad, la misma que lleva, dice, a que varios se pregunten “qué es lo que pasó, cómo llegué a tomar una medida así».

Gálvez asume que no tiene éxito con las mujeres y que, en gran medida, ello lo impulsó a buscar polola con este peculiar método. «Bueno, probé con todos los otros, aprender a cocinar, tocar guitarra, cosas así, las minas nunca me pescaron mucho la verdad. No soy alguien afortunado en esa índole».

Relata que su última cita fue clave para tomar esta alternativa. Pensó que todo marchaba bien, pero de un momento a otro, y sin aviso, la joven con la que estaba le dice que no quiere salir más con él. «Me quedé en blanco, salí a caminar para pensar sobre qué estaba haciendo mal. Después de haberlo intentado todo y me quedo viendo los árboles y dije ‘si pudiera poner una especie de aviso'». Ahí se le ocurrió la idea, filtrar de alguna forma a quienes quisieran contactarlo.

Por eso decidió encriptar su número de teléfono para que solo lo pudieran descifrar quienes resolvieran los problemas matemáticos asociados a cada dígito. «Cuándo tuve la idea dije ‘igual tiene que ser algo complicado para que no llame tanta gente y no se me reviente el teléfono’. Al final dio un poco lo mismo, porque igual colapsó».

Elaboró el cartel y comenzó la búsqueda. «Me senté, agregué algunas integrales, un poco de química, algo que se pueda buscar en Google, un poco de física. De ahí imprimí treinta, los pegué en lugares estratégicos, como en un metro, en la intersección de calles grandes y se demoró un día en quedar la escoba»

Asegura que lo hizo primero como en broma, pero en el fondo quería que funcionara. «El domingo a las siete y media de la tarde me habló un hombre, después otro hombre». Señala que ellos solo buscaban verificar quien lo había hecho le decían buen acertijo. Hasta que le habló una niña, pero solo era para saber si estaba bien la resolución del problema.

«Tipo cinco y media a seis empezó a quedar la escoba porque durante todo ese período se compartió por todas partes«. Se viralizó tanto que el teléfono no dejó de sonar. Asegura que las conversaciones fueron de todo tipo, algunas mujeres molestas y hombres también, pero dice que otras lo llamaron porque querían salir.

Le preguntaban por qué lo hizo, él les explicaba y aunque con algunas mujeres estableció una conversación más profunda, luego le decían que necesitaban saber si él era inteligente. «Me mandaron problemas, problemas más brígidos que el mío y ahí salimos. O minas que me dijeron que lo hice bien y me decían ‘¿quieres ser mi pololo ahora?'».

Para Baltazar fue una experiencia interesante, aunque reconoce también que lo insultaron y tildaron de machista » Hay harta gente que se la tomó para la talla, pero básicamente lo que más me gusto, fueron las llamadas de personas que decían ‘¿estoy hablando con el de la pancarta?’ Ahí me decían, que se esforzaron, que estuvieron cuatro horas haciéndolo».

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Baltazar asegura que lo llamaron personas de todas las edades y que le sorprendió la capacidad de resolución del problema planteado. «Me llamó una niña de catorce años, yo no podía creer que tenía catorce y lo pudo hacer, la felicité. De ahí me presentó a su hermana, que tenía diecinueve, pero quedó ahí no más».

Dice que no se siente culpable ni menos machista: «Por ahí hay hartas cadenas de que soy machista, no sé. Qué también me lo preguntaron. Tú crees que las minas son incapaces, esto es un chiste». Insiste en que no cree que las mujeres sean incapaces, «por eso puse eso y de ahí empecé a hablar con ellas, en buena. Algunos me insultaron cómo en talla o me preguntaron qué onda, pero de ahí nada más».

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Baltazar detalla que las llamadas que recibió fueron de distinto tipo, incluso asegura que le dieron consejos, otros querían saber si el resultado estaba bueno. “Muchas ‘minas’ me dijeron, mira, el problema me lo hizo un amigo, estudió algo nada qué ver, pero me caíste muy bien y quiero hablar contigo. Eso, de varios tipos de inteligencia, lo escuché varias veces, junto con insultos. Aunque no quiero decir insultos, porque no fue en mala tampoco».

Señala que le dijeron pretencioso, pero que le pareció una idea original y espera que resulte. «Hasta ahora hablé como con 550 minas y sigo soltero», dice.

Un mensaje machista

La idea de publicar un cartel solicitando una “polola inteligente” tiene múltiples lecturas para los entendidos, porque implica necesariamente un sesgo en la lectura de quién lo instala. Ese texto implica que en el emisor del mensaje existe la imagen de la “polola tonta”, la que es marginada de sus opciones como pareja.

Para Tatiana Hernández, socióloga del Observatorio de Género y Equidad, el mensaje «es de una persona muy machista”. Ella destaca “la respuesta de las redes sociales, que dan cuenta de una sociedad que no está dispuesta a tolerar una cultura de la discriminación y violencia hacia las mujeres», aludiendo al masivo rechazo que causó en redes sociales el cartel de Gálvez.

Este tipo de mensaje explica la socióloga, da cuenta de “la violencia que viven muchas mujeres y de los femicidios que tanto denunciamos y condenamos lamentablemente en este país». Esto es porque el texto lleva implícita una mirada discriminadora, la descalificación del otro por su intelecto, el que aparece asociado a su género, en este caso el ser mujer.

Daniel Sánchez, psicólogo y académico de la Universidad Católica, señala que llama la atención que alguien realice una publicación de esa naturaleza para conseguir una pareja. «Si bien parece más bien una humorada de poder expresar lo que sentimos, también denota una mirada de la forma de cómo comprendemos las relaciones o aquel tipo de persona inteligente, como quien puede resolver un ejercicio matemático«.

El psicólogo señala que en “las relaciones humanas deben primar los afectos y las conexiones más profundas”. Los vínculos no están para nada determinados por el intelecto de las personas. Además, es extremadamente reduccionista “entender que la inteligencia está asociada necesariamente a la resolución de cuestiones matemáticas”. La inteligencia tiene que ver con muchas otras dimensiones humanadas también, con maneras de ser, maneras de comprender el mundo. «Una persona que es capaz de sobreponerse a las dificultades, que en definitiva puede ser feliz», explica el psicólogo.

Sánchez es categórico en cuanto a que este tipo de situaciones pueden ser reflejo, de alguna manera, de los efectos del aislamiento y el distanciamiento social que causa la pandemia. “Es posible que se pueda estar generando una cuarentena en las relaciones humanas”.

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