Perder a una hija por la violencia de género: El duelo que une a las madres de Antonia Barra y María Isabel Pavez - Chilevisión
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08/03/2023 12:17

Perder a una hija por la violencia de género: El duelo que une a las madres de Antonia Barra y María Isabel Pavez

Marcela Parra y Lorena Zamora tienen algo en común: ambas sufrieron la pérdida de sus hijas por crudos delitos de violencia machista. Sus casos se convirtieron en procesos judiciales mediáticos, los cuales hicieron más difícil su duelo. Incluso, uno de ellos aún no está resuelto a casi tres años de lo sucedido. Se trata de Antonia Barra, quien fue víctima de suicidio femicida y, María Isabel Pávez, cuya vida se vio interrumpida por su ex pareja de nacionalidad mexicana. Tras la partida, sus mamás forjaron una relación de amistad con el propósito de acompañarse en el dolor y cuya experiencia comparten a CHV Noticias.

Publicado por CHV
En 2022, Lorena Zamora (50), mamá de María Isabel Pavez, viajó desde la comuna de La Florida hasta Temuco para visitar la casa de Marcela Parra (53), madre de Antonia Barra, y en el encuentro se dieron el tiempo para compartir sus vivencias y conversar sobre el duelo que ambas llevan por sus hijas: la primera, víctima de un femicidio y, la segunda, de un suicidio femicida. Se conocieron gracias a la agrupación que fundó Lorena tras la pérdida de su hija, llamada “Hermanas en el dolor”, que reúne a madres o familiares de víctimas de violencia de género, quienes se acompañan en momentos difíciles y fechas especiales. Y si bien ninguna de las dos participa ahora del espacio, su amistad perduró con el tiempo. No hablamos todos los días, pero la amistad prevalece entre nosotras. Se creó una relación bonita. Además, su familia es maravillosa, su marido es apañador, su gente es muy linda. Ella también, es una persona humilde, generosa, siempre está intentando ayudar a quien lo necesita”, comenta Lorena. En más de una ocasión, ella acompañó a Marcela en los procesos judiciales por el caso de su hija, Antonia Barra. “Efectivamente la acompañé en algunas instancias del juicio (contra Martín Pradenas). La Marcelita para mí es una persona súper especial y lo ha sido desde el principio. Ella tiene carácter, en el buen sentido, defiende sus ideas y es sumamente respetuosa. Le tengo mucho cariño”, relata. Pese a vivir historias distintas, ambas llevan en su interior una lucha colectiva que ha impulsado a otras mujeres a lo largo de Chile. En el caso de Marcela, el próximo 30 de marzo enfrentará el inicio del nuevo juicio en contra de Martín Pradenas, quien fue sentenciado a 20 años de cárcel por delitos de abuso sexual y violación -incluida Antonia Barra entre las víctimas-, luego de que la Corte Suprema anulara el primero por falta de imparcialidad de uno de los jueces. “Cuando llegó la noticia de que empezaría el juicio de nuevo, entré en una crisis de ansiedad, pero también me dijo la psiquiatra que me veía muy bien. Me decía ‘mientras estés haciendo algo, mejor’. Estábamos ocupados en una lucha. Que los pendones, las poleras, las chapitas de Antonia, la marcha. Con su papá nos preocupamos de todo eso, pero cuando llegó la sentencia en agosto [la primera] empecé a caer. Hasta antes de eso me sentía bien, ayudando a las personas, porque yo no pude hacer nada por mi hija, no supe lo que le pasaba. Un día salí, todo bien y vuelvo el día domingo y Antonia ya no estaba. Entonces si puedo ayudar a alguien, lo voy a hacer”, reflexiona ella. – ¿Siente que encuentra consuelo en esos actos? Sí, totalmente. Hace un tiempo una niña de 34 años escribió al Facebook de Justicia para Antonia buscando ayuda. Al principio no le creía mucho porque, como se me habían metido a la página gente relacionada al imputado (Pradenas), pensé que era mentira. Pero después ella me envió una foto para mostrarme lesiones que se había provocado producto de un episodio de violencia. Me decía que nadie le creía, ni siquiera su mamá. Entonces me llamaba diciendo ‘señora Marcela, yo siento que es como mi mamá’. Esa niña estaba a punto de quitarse la vida, pero en parte la ayudé a detenerse, les digo que a pesar de todo eso la vida es bonita, que hay que vivirla. – ¿Ella le comentó alguna vez por qué decidió llamarla a usted y no a otra persona? Ella cree mucho en Antonia, que vino a sacrificar su vida por el resto. Porque si no hubiese sido por ella, este hombre habría seguido haciendo más cosas que nadie se atrevía a denunciar. Ahora esta niña que me llamó pidiendo ayuda está feliz, de hecho está embarazada y me dijo que si su bebé era mujer le iba a poner Antonia, pero resultó ser hombre. Ese tipo de cosas en realidad me han hecho sentir bien, siempre estoy tratando de apoyar a otras mamás, otras mujeres. Es así como la madre de Antonia puso sus energías en mantener el caso de su hija vigente, algo que trasladó hasta el Congreso y que permitió que se creara la Ley Antonia, la cual incorpora los delitos de suicidio femicida e inducción al suicidio en la legislación chilena, entre otras cosas. “El dolor puede movilizar o inmovilizar y, en el caso de ellas, las movió hacia una lucha”, explica Paula Sáez, directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Andrés Bello y especialista en temáticas de género, en referencia a estas dos madres sobrevivientes.

Tres años luchando por justicia para Antonia

El 6 de agosto de 2022, Martín Pradenas fue declarado culpable por el Juzgado de Garantía de Temuco de cuatro delitos de abuso sexual y dos por violación a distintas mujeres, dos de ellas menores de edad. Entre las víctimas también se encontraba Antonia Barra Parra, joven de 21 años, quien se quitó la vida tras la agresión ocurrida el 18 de septiembre de 2019 y cuyo caso se volvió sumamente conocido en todo Chile. Ante el inicio del nuevo juicio, Marcela sostiene que “nadie ha pensado en las víctimas, en la familia, que vamos a tener que pasar nuevamente por todo ese proceso. Yo estuve declarando cinco horas, es un proceso súper complicado, todo el rato cuestionamientos sobre si tuvo o no tuvo la culpa. Imagino que van a tener al menos el tino de no volver a preguntar ciertas cosas”. Pero todo el proceso judicial es solo una parte de lo que deben sobrellevar los familiares de las víctimas. Es más, Marcela prefiere no saber nada de abogados, ni de jueces. Mantenerse al margen, dentro de lo posible, dice, le permite estar un poco más en paz. “La última vez mi marido me contó después de que ya estaba todo resuelto, que a este tipo (Pradenas) le habían negado el recurso para cumplir la prisión preventiva afuera. Yo prefiero no saber ese tipo de cosas”, comenta. En medio de la judicialización del caso, Marcela, puso también energías para impulsar en el Congreso la creación de la Ley Antonia, que fue promulgada por el presidente Gabriel Boric el 19 de diciembre pasado, y que sanciona a "la persona que cause el suicidio de una mujer con ocasión de hechos previos constitutivos de violencia de género".
Foto: Agencia Uno “Hemos tenido importantes avances en Chile para visibilizar y para mejorar algunas leyes, la Ley Antonia es parte de eso, pero nos falta todavía. Piensa que, para que existiera la ley tuvimos que vivir la pérdida de Antonia de una manera brutal”, comenta la psicoanalista Paula Sáez. En ese sentido, sobre las iniciativas que surgen a raíz de víctimas, agrega que “la búsqueda de sentido ante la pérdida es fundamental. No es solo procesarlo, que es algo que lleva mucho tiempo, sino que también hay que aceptarlo. Cada experiencia es distinta, es algo sumamente personal y único para cada persona”. Para Marcela, además, son pequeños gestos los que la han ayudado a llevar su duelo durante estos últimos años. “El simple hecho de que una mañana vaya a ver a Antonia y tenga una flor que yo no le he dejado, para mí es gratificante. Todos estos pequeños detalles, me han ayudado a salir adelante. Vamos a seguir con esto y hacer justicia, la que en realidad se merece y no solamente por mi hija, porque ya no está, que yo creo que es lo peor, también por las otras niñas y todas las que no han hablado”. La madre de Antonia es Educadora de Párvulo de profesión, pero tras lo sucedido dejó su empleo, para dedicarse a su hogar, sus otros hijos y cuidar a su madre. Pero dentro de todo el caos, siempre se da el tiempo de recordar a su hija, en las fiestas o cuando se sientan a comer en la mesa. “Le gustaba mucho preocuparse de su salud, de comer sano, ir al gimnasio. Yo no sé si tendría muchas amigas, creo que las cuento con los dedos, pero cuando ella se fue llegó mucha gente, muchos amigos que me decían ‘hola soy amiga de la Anto’. Personas desconocidas me cuentan que incluso le piden cosas y luego me llaman para decirme que se cumplieron”, relata.

El recuerdo de María Isabel sigue intacto

Han pasado dos años desde que Lorena Zamora perdió a su hija y una de las actividades que le ayuda a calmar la pena es hacer manualidades. “Tengo mi casa convertida en un taller”, cuenta. A sus 50 años aprendió a confeccionar figuras hechas a mano con goma eva. Hace animalitos, caricaturas, hadas, flores, pero también se da el espacio recordar a mujeres que, al igual que su hija, fueron víctimas de femicidio, como Franshesca González y Muriel Manzuelos. A la “Marita” la convirtió en un hada a través de su arte. Con el pelo morado, un traje verde y flores alrededor.
Foto: Cedida a CHV Noticias
Foto: Cedida a CHV Noticias
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Fue en diciembre de 2020 cuando María Isabel Pávez (19), estudiante de segundo año de Obstetricia, fue asesinada por Carlos Meléndez (36), con quien mantuvo una relación amorosa previamente. Este hombre de nacionalidad mexicana llegó a Chile bajo una identidad falsa luego de haber quitado la vida en México a Itzan, una joven de 19 años en 2009, con quien también tuvo un vínculo amoroso. En 2022, la justicia determinó que recibiría cadena perpetua, sin obtener ningún tipo de beneficio durante 41 años, y fue trasladado para cumplir su sentencia en el centro penitenciario de Valdivia, mismo lugar donde se encuentra Martín Pradenas. “En algún momento, todas las cosas que él tenía en su contra se fueron disolviendo, entonces, creo que Dios puso su mano, mi hija y la Itzan por otro lado, y permitieron que este tipo estuviera preso con cadena perpetua”, comenta Lorena. En medio del juicio, el mexicano decidió pedir disculpas a la familia de la víctima por lo que había hecho. “Yo no estaba presente cuando lo hizo, me di cuenta después cuando llegué a mi casa a ver la tele. Si quiere perdón, yo no se lo voy a dar. Para mí todo lo que dijo fue un diálogo aprendido, escrito por su abogado”, agrega. Pero para ella la partida de María Isabel ha sido sumamente difícil de asimilar. Vive sola junto a su hijo menor, durante estos años le ha costado mucho retomar su rutina y, pese a que se apoyó en su familia y amigos, como Marcela Parra, el dolor permanece. “Muchos me recuerdan que también se sigue adelante porque se tiene otro hijo, pero un hijo no reemplaza el otro”, asegura. – ¿Cómo era María Isabel? La Marita era una cabra chica muy dulce, hasta su voz lo era, yo no me atrevía a retarla porque nunca hubo la necesidad. Tenía muchos amigos, era muy alegre, la cabra chica entretenida. Era amante de los animales, pero así como extremadamente porque todos los animalitos que dejó en mi casa -son tres gatitos y una perrita- los trajo de una manera deplorable y me dijo: "Mamá, déjame sanarlos y después los damos en adopción", pero nunca fue así. Todas las mamás decimos que nuestras hijas son buenas, pero la Mari siempre estaba poniéndose en el lugar del otro. Era muy partner, pendiente de ayudar a los demás a solucionar los problemas, corazón de abuelita y súper alegre. En marzo retoma su trabajo como administrativa en una empresa de proveedores, pero confiesa que se le hace muy difícil volver. “Mi vida se detuvo cuando se fue la Marita”. “Cuando hay violencia, no solo la víctima sale perjudicada sino que todos los que la rodean, los hijos, por ejemplo, los padres, las madres y en el fondo es algo que tenemos que mirar y hacernos cargo como sociedad.”, comenta Paula Sáez, psicóloga. Pese a todo, Lorena se ha sentido acompañada durante todo este proceso y cuenta, feliz, que en la Universidad Diego Portales, donde estudió su hija, la recordaron en este Día Internacional de la Mujer inaugurando una placa con su nombre, además de realizar un conversatorio para seguir trabajando en concientizar sobre la violencia de género que sigue presente. “Es muy bonito lo que hacen, son gestos importantes para mí. Tanto sus compañeras como profesores han estado presentes en este proceso y uno pensaría que, como ha pasado un tiempo ellos iban a seguir con la carrera, pero al contrario, han sido super cercanos”, concluye Lorena.